jueves, 19 de julio de 2012

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Mi canción es más triste que ayer
cuando las nubes bailaban sobre los albañales
mis pies queman horizontes
como lágrimas que ascienden a la herida

Tocar una puerta es verte llegar
sin el reflejo de los días
y la carne baja desconsolada
por los inviernos de tu abrazo
con más crueldad al paso de los días

Caín es el enviado de Dios a conocernos
charcos de sangre se confunden
con la ceniza de tus párpados
mis visceras agonizan de obsenidad
sobre el desconsuelo

Esperando el diluvio


A veces es necesario caminar mucho para darse cuenta si el camino está errado, tristemente, el dolor es similar de encontrar cuando nos arden los pies de andar sin encontrar un norte y los pulmones no dan más; las manos tiemblan como si se nos atravesara el cuerpo con un cable de alta tensión, y la vida cae a pedazos como un avión precipitándose al suelo sin llegar a su destino.

Los destinos igual que los caminos, tienden a dejarnos en la sorpresa y el desparpajo cuando no sabemos que hacer con ellos, a veces los destinos son sobrios e indiferentes; es allí que el "yo", se convierte en un infierno para uno mismo y la voz de la belleza se convierte en la distancia, la vida pierde importancia, para uno; para los otros. Entonces se recomienzan los caminos junto con los temores.

Los temores viajan a velocidades desconsideradas por nuestro cuerpo cuando el rumor de una catástrofe llega precediendo el fin de nuestro camino, es ahí que uno se pregunta ¿qué hace uno cuando no sabe qué hacer? Y nadie está allí para contestar, luego uno se esconde en los cuerpos de otros, suponiendo que son uno mismo.
Pero sobrevivir es en ese momento única y exclusivamente un problema individual, luego, cuando los desastres pasan la vida vuelve a ser como antes  (con complementos extra), unos se dejan llevar por la notitas de perdón, otros simplemente huyen con parsimonia, esperando encontrar en algún lado los vestigios de alguien que haya logrado sobrevivir a través de la compasión y están los últimos; los que optan por la autodestrucción pasiva o activa como máquinas descritas en novelas de ciencia-ficción.

Y de esta manera, unos  llegan al destino y aunque no lo comprenden, se quedan alli; otros saltan de camino en camino sin llegar a ningún lugar, y los últimos, los que nunca lograron algo, se ven a los ojos; unos a otros o simplemente se ven al espejo sin decir nada, sin dejar rastros de nada.
¿Qué hace uno cuando no sabe qué hacer?